Ya sea por la pandemia, por elección de la empresa o por ser freelance; el home office efectivo es una tendencia que vino para quedarse. No sólo abarata los costos -de oficina del empleador y de viáticos del empleado-, sino que también es una oportunidad de trabajar para o desde otras partes del mundo, ampliando tus posibilidades.
Según una encuesta realizada por Raconteur, luego del confinamiento obligatorio cambió la percepción que se tenía sobre el home office efectivo y ahora son más los empleados que lo eligen como forma de trabajo fija o para alternar con la oficina. El 86 por ciento de los usuarios consultados expresaron que les gustaría seguir en esta dinámica después de la pandemia.
Pero para que el home office funcione, es necesario organizarse y tener en cuenta algunas medidas. Hoy en Calidad de Vida, te contamos qué puedes hacer para tener jornadas altamente productivas trabajando desde casa.
Establece horarios
Lo primero que debes hacer es evitar la tentación de quedarte hasta tarde viendo series, posponer alarmas o tomar recreos muy largos. Planifica una rutina que incluya las horas de sueño necesarias y las actividades del día (deportes, trámites, hobbies), pero cumpliendo con un determinado horario para el trabajo.
Tú y tu casa, como en la oficina
Es importante predisponer el lugar y uno mismo para sentarse a trabajar. La regla número uno de todo oficinista en casa es jamás hacerlo en pijamas. Parece insignificante, pero ayuda a enfocarse en lo que uno tiene que hacer. También es bueno tener un espacio designado para el trabajo.
Toma descansos
Trabajar desde casa no tiene que ser sinónimo de estar siempre pegado a la pantalla. Luego de cumplir con una tarea, levántate del escritorio, hazte un té, asómate a la ventana a tomar aire o haz cualquier actividad breve que te aparte de lo laboral durante unos minutos. También es importante que, al menos una vez al día, salgas de la casa a dar una vuelta.
Finaliza la jornada
Cuando ya has cumplido con tus tareas del día y tu horario de trabajo terminó, asegúrate de que así sea. No continúes contestando mails, adelantando tarea o frente la pantalla. Apaga el equipo -aunque sea por un rato- y haz algo placentero, aunque sea pequeño, para avisarle a tu cuerpo que ya puede comenzar a relajarse.